LA HITORIA DE UN GRAN DESCUBRIMIENTO.

Normalmente en este artículo del libro de fiestas hablamos de hechos pertenecientes a la historia de Carranque, pero en esta ocasión vamos a hablar de mi historia que no es otra que la del Parque Arqueológico, que también forma parte de la historia de Carranque.

Mi historia es la historia de un descubrimiento, del descubrimiento de la Villa Romana de Carranque, también conocida como Villa de Materno La villa se encuentra en la finca de Santa María de Abajo, propiedad del ayuntamiento de Carranque. Fue alquilada por mi padre durante dieciséis años. En ella cultivábamos toda clase de verduras y hortalizas. A mí, me llamaba mucho la atención la cantidad de restos de materiales de antiguas edificaciones como ladrillos, tejas, cerámicas, piedras, y algunos restos de muros o cimientos, sin contar con los restos de un muro de seis metros de altura, que se encontraban por la zona y que la gente del lugar atribuía a una antigua ermita dedicada a Santa María, pero que a la postre resultó pertenecer al Palátium Romano.

Poco a poco, al realizar labores agrícolas, íbamos encontrando objetos que pertenecían a la cultura romana, lo que quiere decir que tenían casi 2000 años de antigüedad: varios azadones, una lanza, una pesa de plomo de casi 3 kilos de peso, una llave de enormes dimensiones y, sobre todo, mucha cerámica, donde abundaba la sigilata, la cerámica de lujo romana.

Un día, mientras regaba, encontré un trozo muy pequeño de mosaico. Solo tenía cuatro o cinco teselas, pero era suficiente para demostrar que aquellos restos eran romanos y por supuesto, que en aquellos edificios romanos hubo mosaicos. Este hecho despertó aún más mi curiosidad, pues era posible que todavía quedase parte de aquellos mosaicos.

Pasó el tiempo sin que nada nuevo apareciese, salvo algún trozo de sigilata y poco más, pero en la mañana del 23 de Julio de 1983, cuando yo contaba solo 18 años de edad, ocurrió el milagro. Bajo la paja del rastrojo, vi una tesela suelta y empecé a mirar bien por el suelo y vi mas teselas. Seguí rebuscando entre la paja y vi un trocito de mosaico. El corazón se me salía del pecho y al encontrar unos trozos más de mosaico, me dije: ¡ Aquí lo ha arrancado el arado! Con un palo comencé a arañar el suelo en busca del resto del mosaico y, en seguida, apareció. Estaba allí, a tan solo diez centímetros de profundidad; yo no podía ya con la emoción. Entonces fui a buscar a mis hermanos y volvimos con azadones y nos pusimos a cavar. En unos minutos teníamos ante nosotros uno de los mosaicos más importantes del mundo romano, el mosaico de Las Metamorfosis y aunque nosotros todavía no lo sabíamos, uno de los conjuntos arqueológicos más importantes de España. Luego nos pusimos a hacer pequeñas catas con los azadones y allí donde cavábamos un agujero, aparecía un mosaico. Era relativamente fácil, ya que la profundidad de los agujeros no pasaba de 30 ó 40 centímetros debido a la poca profundidad del yacimiento. Había mosaicos por todas partes y solo estaban cubiertos por una capa de fragmentos de tejas y algo de tierra. Aquello era fantástico, increíble. ¡Lo que teníamos debajo de nuestra huerta, y tantos años encima de ello sin saberlo! Inmediatamente avisamos al museo de Santa Cruz de Toledo. Vinieron a verlo y nos confirmaron que era una villa romana con más de mil setecientos años de antigüedad. Seguidamente se procedió a declararlo como zona arqueológica y se acotó un área donde ya no se podía seguir cultivando.

Un año después, comenzaron las excavaciones para desenterrar el descubrimiento. En 1984, se llevó a cabo el desenterramiento completo del Mosaico de Las Metamorfosis, su levantamiento y posterior traslado al museo de Toledo, dividido en unos treinta fragmentos, que luego deberían restaurarse para ser instalado en el museo. Aunque, en 2002, volvió a Carranque tal como se lo llevaron, sin restaurar.

El mosaico estaba cubierto por una capa de cal que las filtraciones de las lluvia durante cientos de años habían ido depositando sobre su superficie. Esta capa de cal impedía ver el mosaico en todo su esplendor y hubo que proceder a una limpieza profunda para que pudiésemos observar la maravilla que teníamos ante nosotros. Con esta limpieza, quedó al descubierto la cartela que se ve a la entrada de la habitación, justo en la jamba de la puerta, donde figura el nombre de su dueño, Materno. Al año siguiente, 1985, se retomaron las excavaciones y tras una larga campaña, se puso al descubierto el resto de la mansión de Materno, dejando a la vista todo el esplendor de la villa, con todos sus mosaicos y la planta completa de la casa. Es un milagro que, con una profundidad mínima que iba de entre 10 a 80 centímetros, arando sobre ellos un año tras otro, no se haya perdido nada de la planta de la casa y, además, los mosaicos estén en un excelente estado de conservación. En los años sucesivos se fueron repitiendo campañas de excavaciones y restauración, pasando de excavar en la villa a otros edificios.

En una parte elevada de nuestra huerta estaban los cimientos de un antiguo edificio. Eran unos muros muy deteriorados que se conocían como El Pilar, ya que en Carranque el pilar es lo que en otros lugares llaman el pilón, y, posiblemente, se habían confundido estos restos con un antiguo pilar donde se almacenaría agua para luego usarlo en el riego, debido al lugar elevado en el que se encontraba. Las excavaciones arqueológicas pusieron al descubierto todo lo que queda del edificio, que en un primer momento y por error se identificó como un ninfeo o fuente monumental. El error, seguramente, venía desde que se confundió con un pilar o aljibe de agua. Los estudios posteriores califican el edificio como un pequeño mausoleo familiar.

En el límite norte de la Huerta, en la parte más plana y más cercana al rio, estaban la ruinas de la iglesia de Santa María, aunque en la zona también se le llamaba el castillo de Santa María. Se creía que este muro, de unos seis metros de altura, con una ventana y parte de los muros laterales y el arranque de la bóveda, pertenecía a las ruinas de una ermita medieval. Una vez excavadas la villa y el mausoleo se procedió a excavar los alrededores de lo que se creía que fue ermita, pero resultó ser un edificio impresionante, de enormes dimensiones y, por supuesto, romano. En un primer momento y, de manera precipitada, se atribuyó a una basílica paleocristiana, conociéndose desde entonces como la Basílica. Años después, tras terminarse de excavar se cambió la versión y hoy se le denomina El Palátium.

En el año 2003, cuando se cumplían los 20 años del descubrimiento, se abría al público como Parque Arqueológico, permaneciendo abierto hasta el año 2012, que fue cerrado por problemas económicos.

Hoy 23 de Julio de 2013, día en que escribo este artículo, se cumple el 30 aniversario del descubrimiento y hoy 23 de julio era la fecha prevista para la reapertura del parque y así conmemorar el 30 aniversario, aunque por problemas burocráticos no ha podido ser y la reapertura será para el próximo otoño de 2013 y ahí empezara una nueva historia.